La pendiente de Ciudadanos

No sé lo que Ciudadanos quiere ser de mayor, bastante tengo con lo mío. Sí tengo claro que no quiere ser el manporrero de un socialismo que cree que se puede quitar el olor a naftalina adornándolo con ropajes progresistas.

Hay muchas almas en Ciudadanos y me parece que eso es muy sano. Tienen en común que creen en algo llamado España y que los nacionalismos les pican por todo el cuerpo. Casi tanto como la bandera de España a muchos de ellos. Una tortilla que cuesta cuajar. Puedo afirmarlo porque pasé por allí hace una pila de años y hasta hoy los sigo con cariño. Y desconcierto, aunque esto casi siempre.

El problema es que no ha sabido despegarse de las etiquetas gastadas, socialdemocracia, liberalismo... Ciudadanos es una palabra grande, una que no sabe de ideologías que se han quedado pequeñas. Si alguna mola es la que tiene que ver con libertad, con no imponer, con crear reglas que sean las mismas para todos, que otorguen iguales oportunidades. Eso es algo que tiene que ver con ser ciudadano, incluso no comulgando con las ideas de los de Rivera.

A veces, casi siempre, para qué engañarte, tengo la sensación de que España va cuesta abajo por una pendiente diabólica. Y no es que vayamos sin frenos, es que encima aceleramos a toda pastilla, a ver si nos despeñamos por la próxima curva y si no por la siguiente.

¿Qué puede salir bien?